La mujer que está a mi costado izquierdo exhala un suspiro de alivio, y deja caer sonoramente el cuchillo sobre la mesa. Ella se ha salvado.
Instantáneamente, todas las miradas giran hacia mí. Todos los que compartimos esta reunión nocturna, íntima, súbitamente muestran su gran interés por mí.
Aparentando más sangre fría y valor del que tengo en realidad, sujeto el cuchillo por el mango, lo más firme que me es posible. Trato de no temblar, mientras elijo al azar un punto sobre la superficie a herir, a cortar. Todos me miran expectantes; contemplan el lento viaje de la afilada hoja hasta la delicada superficie que parece palpitar; siento su roce infinitesimal, hasta apoyarla ligeramente. Como se dice, el suspenso podría (literalmente) cortarse con un cuchillo.
Me decido al fin. Recargo con firmeza la hoja, y cargando todo mi peso, corto de un golpe hasta el fondo. Retiro el cuchillo, cuya hoja se ha manchado de algo rojo en su camino.
Todos se lanzan a escudriñar la parte seccionada, con el morbo apenas disimulado en sus rostros. Y ahí, rozado apenas por la filosa hoja del cuchillo, emerge del pan cortado la figurilla blanca, de un niño de rosca. Todos me felicitan socarronamente, relamiéndose ya los bigotes, ante el presentimiento del hartazgo de tamales.
*
La tradición de la noche de Día de Reyes en México, impone que hay que compartir con la familia (o en el trabajo, con los compañeros) una versión gastronómica, a la mexicana pues, de la ruleta rusa: la degustación de una rosca de pan, elaborada con materiales finos, adornada por arriba con rebanadas de ate de frutas, biznaga cristalizada, cerezas y un sinfín de nuevos elementos que se han ido incorporando recientemente (yo la he probado rellena de nata, riquísima, y carísima!); pero eso sí, sin olvidar su función principal: contener en su interior una cierta cantidad de figuritas que representan al Niño Dios, y a los cuales, los que tuvieron en suerte “sacar” de la rosca, deben festejar el día 2 de febrero, día de la Candelaria, con un convite a comer tamales.
Último paso en el laaaaargo maratón que iniciara el día 12 de diciembre, la celebración de la Candelaria está tan viva como antes, para todos nosotros, chilangos degustadores de tamales. Así que si te salió el muñequito en la rosca, no te hagas rosca (o sea, el disimulado, el occiso), y prepárate para cooperar con los demás para que celebremos este 2 de febrero con atole y tamales para todo el vecindario!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario