miércoles, 27 de febrero de 2019

Rodolfo Usigli -Ensayo de un crimen






Estoy releyendo la novela Ensayo de un crimen, de Rodolfo Usigli (Lecturas Mexicanas #39, segunda serie, SEP, México, D. F., 1986), y al tiempo que me voy introduciendo en la psique torturada de Roberto de la Cruz, voy comparando la ciudad de México que le tocó vivir como personaje, ciudad todavía habitable a la que llegan en cada edición de los periódicos las noticias de la Segunda Guerra Mundial que se desarrolla en Europa, comparada con la ciudad que vivimos actualmente.

Esa fue una ciudad de México que se perdió casi en su totalidad, tanto urbanística como socialmente. Cierto, no tenía los grandes rascacielos de que hoy disfrutamos, ni los espectaculares museos, o las supervialidades, ni el crecimiento exhorbitante que hoy día padecemos, pero era una ciudad que permitía cruzar Paseo de la Reforma sin excesivos cuidados, que dejaba disfrutar de un desayuno en los restaurantes y bares legendarios del Torino, El Patio, el  Hotel de la Selva y el Bar de Manolo; cuando aún podía darse un paseo a pie por un centro de la ciudad sin sufrir por los excesivos tumultos; una ciudad que podía dares el lujo de tener casinos legales y clandestinos funcionando simultáneamente, además de una intensa y variada vida nocturna, pero en la que el crimen, si bien no había desaparecido (viejo sueño humano nunca cumplido), sí que era menos evidente, y los grandes delitos no eran nota de todos los días.

Novela llevada a ritmo de vals (del vals El Príncipe Rojo, de Waldteufel), Ensayo de un crimen dosifica con inteligencia el tortuoso desarrollo mental de Roberto de la Cruz ("Un gran santo o un gran criminal", según sus propias palabras), y es una opción válida para sumergirnos en esa ciudad de México de fines de los años cuarentas, cuando aún ignorábamos mucho del futuro que estaba por venir.

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